Los Cabos y la crónica de un robo anunciado.
Recién graduado de la universidad se vino el primer viaje de mochila, el destino era Baja California Sur el cual con meses de antelación había comprado un vuelo baratísimo en 200 pesos. La ruta era Tijuana a San José del Cabo. La idea era llegar directo a Los Cabos por avión e ir subiendo la Baja en base de raites, camping e improvisación, todo esto mientras se hacía un documental de la travesía.
En este viaje me acompañaba mi amigo Jorge, el sueño de ambos era hacer un viaje de Tijuana hasta la Patagonia y en cierto modo este era un entrenamiento para el futuro viaje que nos esperaba.
La fecha del viaje por Baja California Sur coincidió con el cumpleaños de él, así que el primer día en Los Cabos tocaba pegarse una buena borrachera. Tenía un presupuesto de 5000 pesos para todo el viaje y sorpresivamente en aquella noche de fiesta consumí la mitad del presupuesto.
El segundo día tocaba conocer el famoso arco y punta de la península de Baja California Sur, logramos conseguir un tour en lancha que costó unos humildes 250 pesos y con unas cervezas en mano partimos rumbo al mar. En algún punto del trayecto hicimos platica con el piloto y dada ya la confianza del momento este sacó un cigarro de marihuana y después de eso todo se hizo más gracioso. Regresamos a la marina buscando algún sitio donde acampar, pronto se haría de noche.
El piloto nos comentó que podíamos acampar en la playa publica que también era llamada despectivamente como chuntaro beach o coral negro, refiriéndose a una playa donde va la gente local con pocos recursos.
Caminamos por todo el muelle hasta llegar a aquel lugar, está estaba algo apartada del todo y sin ningún negocio cerca, pocas personas estaban en la playa, aunque he de decir que el agua de la orilla era muy bonita y clara, en ella se podía ver a los peces de colores nadando por ahí, solo había que enfocar un poco la mirada. Nos instalamos, armamos la casa de campaña y se podía decir que estábamos listos para pasar la noche.
Conforme el día se iba obscureciendo, poco a poco la gente se fue yendo del lugar y al caer la noche ya éramos los únicos que estábamos en esa playa desolada. Sin luces y sin civilización el peligro que algo pasara estaba latente, así que decidimos partir y acampar en la playa de la zona hotelera “Medano Beach”. Debía haber sido la mejor decisión en ese momento.
Después de una larga caminata de por lo menos 1 hora, logramos llegar a un lugar que se percibía con más seguridad, justo enfrente de los hoteles. Ya instalados y con 3 litros de soda de toronja y 1 litro de tequila esto bastó para pasar la noche. Poco más de las tres de la mañana nos fuimos a dormir. La noche era fría y arrullaba un poco el sonido de la marea. Era un 5 de enero y el viaje en cierto modo apenas iba comenzando. Como precaución puse mis cosas en contraparte de la entrada, cerramos la puerta de la casa de campaña con un improvisado candado que no era más que un aro de un llavero que atoraba los dos zippers.
Desperté, eran las 6 de la mañana y el sonido del mar con la luz del sol actuaron como despertador, raramente la puerta de la casa estaba entre abierta, en ese momento solo pensé que Jorge la había abierto porque hacía calor aquella mañana, me relajé un poco y a los minutos alguien nos habló por afuera de la casa. Un guardia de seguridad nos trataba de correr de la playa, según él no estaba permitido acampar en ella. Tratando de argumentar que las playas eran libres finalmente cedimos y empezamos a levantar todo.
Al poco tiempo de estar levantando las mochilas, nuestras cosas y la casa de campaña nos percatamos de lo peor… Si aquel temor constante entre viajeros principiantes y viajeros expertos.
Nos volteamos a ver y con decepción solo quedaba decir lo siguiente.
¡NOS ROBARON!!! PUTA, QUE PINCHE ENOJO COMO PUEDE SER QUE NOS HAYAN ROBADO. SI ESTÁBAMOS NOSOTROS EN LA CASA COMO ES QUE PUDIERON Y SE ATREVIERON A ROBARNOS EN NUESTRAS CHINGADAS NARICES.
Le preguntamos al guardia si acaso había visto algo, rápido nos comentó que había un grupo de extranjeros que se dedicaban al robo en aquellas playas y que pasaba frecuentemente por lo que no habíamos sido los primeros.
Que tristeza que al ser el primer destino ya habíamos sufrido un robo, haciendo el reencuentro de los daños nos dimos cuenta que se robaron el celular de Jorge, algo de ropa y por suerte del destino el dinero estaba intacto. El celular con el que documentábamos el viaje ya no estaba. Si en el primer destino nos robaron, ¿Qué nos podía esperar al continuar el camino?
Quedaban aproximadamente 2 semanas de viaje y se cruzó entre la conversación comprar un vuelo con el dinero restante y regresar a casa. Pero la filosofía del viaje era otra: disfrutar el camino y aprovechar el viaje ya que no sabíamos cuando se podría tener otra oportunidad así.
Con la cola entre las patas, entre pesimismo y positivismo decidimos continuar el viaje.
¡Próximo destino TODOS SANTOS!
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