Visité el callejón del beso.

Era ya mi tercer día en Guanajuato, había conocido por así decirlo lo más primordial de la capital (incluso el hospital) por alguna razón no había visitado este famoso lugar de México. Terminé un tour que te llevaba por los pueblos aledaños de Guanajuato, tales como Santa Rosa de Lima, Dolores Hidalgo y San Miguel de Allende. Después de pasar todo un día de nómada llegué al hostal donde me estaba hospedando y decidí salir con mi amigo “Leo” el cual me acompañaba en aquel viaje. Salimos a beber en las cantinas de la ciudad.

El relato comienza algo así...

Iniciamos con un par de pulques en el conocido bar Fante, el tiempo pasó y después de un litro de aquella bebida sabor guayaba seguimos el camino. Recorrimos un par de bares más y entre cervezas, mezcales y pulques llegamos al conocido bar “Barfly”.

Estaba algo entonado y empezaba a hacerse tarde, ya en la barra nos pedí una última ronda de cervezas y al voltear, me doy cuenta que dos mujeres nos volteaban a ver constantemente, le pregunté a mi amigo si quería ir a hablarles y él respondió que no; aproveche que se fue al baño y me acerque a ellas.

Es común sentirse nervioso al hablar por primera vez con una mujer que te atrae; fui directo con la que llamo mi atención y  ellas aceptaron mi acercamiento. Eran estudiantes y rondaban nuestra edad, al poco tiempo  Leo llegó a la mesa y se nos unió.

Pasó el tiempo y la conversación fluyó, aquella bella dama de largo cabello y este suertudo, compartimos los primeros besos de la noche, tal vez dejados llevar por la química y el alcohol… la sonrisa entre beso y beso no faltaba y es que había mucha sinergia entre nosotros.

Salimos del bar y nos fuimos a caminar por la ciudad, era alrededor de la 1 am, yo la tomaba de la cintura y le cantaba al oído, la giraba en un especie de baile para terminar en un beso, entre aquellas calles y callejones llegamos al tema del callejón del beso; comenté que aun no lo había visitado, así que motivada por ello se ofreció a llevarme.

El tiempo paso tan rápido en ese laberinto de ciudad; pareció que atravesamos un especie de portal y en un instante estábamos al pie de los escalones del callejón. Nos paramos en el tercer escalón el cual esta pintado de rojo y el beso se inmortalizo en una foto del recuerdo. El flash de la cámara fue rápido pero nosotros estuvimos más tiempo parados ahí.

Tenía el constante pensamiento en aquella visita a Guanajuato de que había que vivir lo más que se pudiese ya que uno nunca sabe cuándo puede regresar a esa ciudad mágica, podrían pasar meses, años o simplemente no volver.

La caminata continuó y terminamos de conocernos en una plazuela que tenia una pequeña fuente de agua en el centro de ella (no pude volver a encontrar esa plaza después). Juramos amor eterno o esas cosas que se dicen los amantes pasajeros, no había duda de que siempre iba a recordar aquella noche.

Se fue como un fantasma al terminar su tarea, eran las 3 am y me fui a dormir.

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