Viajar solo y la magia detrás de ello.

Cada vez que planeo un viaje y alguien me pregunta que si con quien voy y le digo que solo. Parecen haber recibido la peor noticia del mundo, una especie de broma o que va a pasar una tragedia en el camino y que simplemente estoy loco.

Creo que nunca me he tomado el tiempo para explicar por qué disfruto tanto de esta actividad, no me interesaba aclararlo pero, en esta noche mientras redacto siento las ganas de dejar fluir el pensamiento y escribir. Podría llamarle mi propia catarsis y que me ayuda a reflexionar en el camino o quizás solamente tengo alma de vagabundo y busco una razón más profunda para explicarlo… podría ser cualquiera de esas premisas sin problema alguno. En estos párrafos trataré de expresar de la forma más sincera por qué me encanta este tipo de viaje.

Me gusta la sensación de sentirme un extraño en un lugar nuevo, estar fuera de la zona de confort y estar absorbiendo toda esa nueva experiencia. Llegar a un lugar y admirar su simpleza. Esa gente que al final de cuentas siempre es parecida pero nunca igual, la confianza de conversar algo personal y saber que muy difícilmente volverás a ver a esa persona, eso te hace poder valorar cada palabra y a la persona en si misma; ya sea otro viajero, un local o incluso el loquito del centro que te cuenta sus teorías conspirativas, quien sabe… podría estar en lo cierto. Saber que estás viviendo de nuevo muchas primeras veces solo acompañado del coraje y miedo de lo desconocido. 

Podrían pasar infinidad de posibilidades desde lo más burdo a lo más peligroso, esa es la magia de viajar solo, nunca saber que te espera. Disfrutar la soledad y sentir de nuevo esa capacidad de asombro que poco a poco vamos perdido con el paso de los años.

Conoces gente increíble

Ser distraído me ha conseguido buenos y malos momentos, como la vez que iba camino a Sayulita y caí dormido en el camión de ruta; el chofer me bajó a punta de gritos en un pueblo equivocado.

-El de Sayulita! ¡El de Sayulita!

*Detiene el camión y atraviesa el corredor hasta el final donde yo estaba dormido*

-Te grité hace media hora y nadie respondió ya estamos en Bucerias. Por favor bájate.

+ ¿Que? ¿Está seguro? ¿Cree que sigan pasando camiones a esta hora?

-Mijo, párate del otro lado de la carretera, puede que alcances el ultimo camión que viene de Puerto Vallarta.

Eran las 12 am y me encontraba solo a un costado de la carretera con 2% de batería, el camión no pasaba así que decidí caminar por el pueblo, afortunadamente una empleada de un 24/7 me ayudó a pasar la noche en su local sin el más mínimo interés que el de auxiliarme. Sano y salvo logré pasar la madrugada y a las seis de la mañana continúe mi camino, dándole las gracias a aquella muchacha que, aunque olvidé su nombre siempre la recordaré.

Aprendes a disfrutar el momento a tu tiempo

Tengo la afición de escuchar el viejo playlist que me acompaña por esas caminatas diurnas y cantar de la forma más entonada posible.  Tomar fotografías del recuerdo que pienso revelar algún día en el álbum de viajes que aún no tengo. Empezar a escribir en mi cuaderno acerca del viaje, las personas, las comidas, los lugares etc. y dejarlo al poco tiempo ya que pierdo la atención muy rapidamente.

Las noches solitarias y otras no tanto en un cuarto de hotel barato, al igual que disfrutar la compañía en un hostal con gente en tu misma sintonía, conversando de todo y de nada. Disfrutar de una cerveza y platicar con aquella persona que está a tu costado en la barra de algún bar.  Un viaje nocturno en autobús, aunque haya el riesgo de que te toque algún niño llorando por todo el camino en un viaje de 23 horas.

Disfruto mi compañía y viajar. ¿Qué es lo que disfrutas tú?

“No cuento más que con mi empeño
Y esta pluma voladora”

Quimera – Jorge Drexler

Publicar comentario